Hay dos aspectos que fundan la comunidad cristiana;
1. 1. Eucaristía.
2.Amor.
La
eucaristía es libertad y debemos disfrutarla para no ser esclavos de nada ni de
nadie. No debemos reducirla a un acto ritual, porque es como la pascua, una
liberación. Tenemos que sentirnos libres así que es un acto abierto a todos/as,
a los pobres, a los marginados. Debemos sentirnos como Zaqueos, buenos ladrones
sin excluir a nadie, curas secularizados, divorciados, homosexuales, personas
con distintos colores de piel, distintas lenguas, hombres y mujeres porque El
también lo hizo, muy a pesar de que se empeñe la iglesia en decir que solo
estaban los doce discípulos. En la mesa, tenemos que sentarnos todos.
No
podemos ser fanáticos ni racistas porque en ese momento sería un rito que no
produce nada humano ni cristiano porque eso sería orgullo y prepotencia y ahí
no puede estar Jesús. Las personas que se sienten perfectas y puras, no se
sientan en la mesa con Jesús, simplemente acuden a cumplir con el ritual.
Tenemos derecho a celebrar esta eucaristía siendo universales, abiertos y
tolerantes. Esta es mi petición en el día del amor fraterno: Partir el pan y
tomar el vino, en actitud de acogida y de servicio porque ser servidores nos
humaniza.
Hoy recordemos y tratemos de reflexionar
para llevarlo a la práctica el mandamiento, que fue el único que nos pidió
nuestro maestro:
“AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO
YO OS HE AMADO”.
El amor invita a recuperar los esencial
de la vida cristiana; no olvidemos que es algo más que un sentimiento o un
ideal abstracto, es algo palpable y tangible.
Que
sigamos vinculados a El y que alimentemos en El
su esperanza.