El Papa permite bendecir a parejas de homosexuales y de divorciados
Doctrina de la Fe aclara que esta celebración no debe confundirse con el sacramento de la boda
En 2021 había aprobado un documento que prohibía estas bendiciones, e invitaba a bendecir sólo individualmente
El Papa Francisco celebra su 87 años con una fiesta con los pacientes de un centro pediátrico
Francisco ha aprobado oficialmente que los sacerdotes puedan dar una bendición a «parejas en situación irregular», siempre que ésta no se confunda con una boda. La medida se refiere tanto a personas casadas civilmente como a divorciados vueltos a casar y a parejas «formadas por personas del mismo sexo». En 2021 el Papa había establecido que en estos casos sólo podían recibir la bendición individualmente.
Ahora, la condición para poder impartirla es que quien la solicite no pretenda una bendición matrimonial y que el sacerdote no la dé durante una ceremonia religiosa ni en el contexto de una boda civil. El Vaticano invita a hacerlo en situaciones informales como un encuentro, la visita a un santuario o una oración de grupo.
Hasta ahora, según estableció una nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 15 de marzo de 2021 firmada por el cardenal español Luis Ladaria y aprobada por el Papa Francisco, las personas homosexuales que solicitaran una bendición individual debían manifestar «la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios, así como los propuestos por la enseñanza eclesial».
Ahora, el largo documento con el que anuncia esta medida, una declaración llamada 'Fiducia supplicans' o 'La confianza suplicante', cambia de paradigma y aclara que bendecir a una persona no significa reconocerle una «moralidad intachable», sino «suplicar a Dios» que la ayude a que «las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino».
El texto profundiza en el significado de las bendiciones, las cuales, a diferencia por ejemplo de la comunión en la misa, no exigen la falta de pecados para recibirlas. «No se pueden pretender para una simple bendición las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos», recita.
Cambio pastoral, no de doctrina
Se trata de una decisión «pastoral», no «doctrinal». Pero, aunque no modifica la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio ni sobre la unión de personas homosexuales, sí favorece una actitud amistosa y acogedora hacia estas personas para no crear discriminaciones injustas con católicos que soliciten bendiciones para su vida. El Vaticano aclara que quienes la solicitan son parejas que, «reconociéndose desamparados y necesitados de la ayuda de Dios, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo». «Son personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida», añade.
Para evitar que estas bendiciones se confundan con una boda se prohíben «ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como 'unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos' y lo que lo contradice». Además, solicita que estas bendiciones «no se conviertan en un acto litúrgico o semi-litúrgico, semejante a un sacramento» y por eso y prohíbe diseñar un rito o fórmula especial para esta bendición, o que se usen «las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio». Como no habrá una fórmula fija para esta bendición, se sugiere que el sacerdote pida para las parejas «la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad».
Cambio de ruta
El Papa Francisco adelantó esta posibilidad ya a principios de octubre, cuando hizo pública su respuesta a cinco 'dubia' presentados en julio por cinco cardenales, a quienes preocupaba que la bendición de estas parejas presente «los actos homosexuales como un bien, o al menos, como el posible bien que Dios pide a las personas en su camino hacia Él».
El Pontífice respondió entonces que cuando una pareja del mismo sexo solicita una bendición «está expresando un pedido de auxilio a Dios», y por lo tanto habrá que identificar caso por caso respuestas «que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio» y no cierren las puerta de la Iglesia. Visto en perspectiva, el origen de la decisión se remonta al documento programático del Papa Francisco, su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, de 2013, en la que denunció que «a menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores», cuando «la Iglesia no es una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas». El cardenal Víctor Manuel 'Tucho' Fernández, autor de la declaración, recuerda que quien solicita una bendición «expresa y alimenta la apertura a la trascendencia, la piedad y la cercanía a Dios en mil circunstancias concretas de la vida, y esto no es poca cosa en el mundo en el que vivimos». Para la Iglesia se trata de «una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar, no obstaculizar».
El purpurado insiste en que la decisión del Papa «se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, pues no permite ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión». En su opinión, lo que han hecho es «ampliar lacomprensión clásica de las bendiciones», tradicionalmente ligadas a ceremonias religiosas. Al separarlas es más fácil «bendecir a parejas en situaciones irregulares y a las del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio».
La decisión del Papa de este lunes parece demasiado tímida a conferencias episcopales como la belga, que en 2022 ya publicó una liturgia para la bendición de parejas homosexuales. Por su parte, el presidente de los obispos alemanes, Georg Bätzing, representante de la conferencia episcopal que más ha presionado para que se aprobase esta medida, aplaudió la decisión del Papa, pues «desentierra el tesoro de las bendiciones para la diversidad de estilos de vida». Sin embargo, otros exponentes de la Iglesia católica en Alemania criticaron que haya prohibido que se dé la bendición durante ceremonias religiosas.
El Papa permite bendecir a parejas de homosexuales y de divorciados
Doctrina de la Fe aclara que esta celebración no debe confundirse con el sacramento de la boda
En 2021 había aprobado un documento que prohibía estas bendiciones, e invitaba a bendecir sólo individualmente
El Papa Francisco celebra su 87 años con una fiesta con los pacientes de un centro pediátrico
Francisco ha aprobado oficialmente que los sacerdotes puedan dar una bendición a «parejas en situación irregular», siempre que ésta no se confunda con una boda. La medida se refiere tanto a personas casadas civilmente como a divorciados vueltos a casar y a parejas «formadas por personas del mismo sexo». En 2021 el Papa había establecido que en estos casos sólo podían recibir la bendición individualmente.
Ahora, la condición para poder impartirla es que quien la solicite no pretenda una bendición matrimonial y que el sacerdote no la dé durante una ceremonia religiosa ni en el contexto de una boda civil. El Vaticano invita a hacerlo en situaciones informales como un encuentro, la visita a un santuario o una oración de grupo.
Hasta ahora, según estableció una nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 15 de marzo de 2021 firmada por el cardenal español Luis Ladaria y aprobada por el Papa Francisco, las personas homosexuales que solicitaran una bendición individual debían manifestar «la voluntad de vivir en fidelidad a los designios revelados por Dios, así como los propuestos por la enseñanza eclesial».
Ahora, el largo documento con el que anuncia esta medida, una declaración llamada 'Fiducia supplicans' o 'La confianza suplicante', cambia de paradigma y aclara que bendecir a una persona no significa reconocerle una «moralidad intachable», sino «suplicar a Dios» que la ayude a que «las relaciones humanas puedan madurar y crecer en la fidelidad al mensaje del Evangelio, liberarse de sus imperfecciones y fragilidades y expresarse en la dimensión siempre más grande del amor divino».
El texto profundiza en el significado de las bendiciones, las cuales, a diferencia por ejemplo de la comunión en la misa, no exigen la falta de pecados para recibirlas. «No se pueden pretender para una simple bendición las mismas condiciones morales que se piden para la recepción de los sacramentos», recita.
Cambio pastoral, no de doctrina
Se trata de una decisión «pastoral», no «doctrinal». Pero, aunque no modifica la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio ni sobre la unión de personas homosexuales, sí favorece una actitud amistosa y acogedora hacia estas personas para no crear discriminaciones injustas con católicos que soliciten bendiciones para su vida. El Vaticano aclara que quienes la solicitan son parejas que, «reconociéndose desamparados y necesitados de la ayuda de Dios, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo». «Son personas que, aunque estén en una unión que en modo alguno puede parangonarse al matrimonio, desean encomendarse al Señor y a su misericordia, invocar su ayuda, dejarse guiar hacia una mayor comprensión de su designio de amor y de vida», añade.
Para evitar que estas bendiciones se confundan con una boda se prohíben «ritos y oraciones que puedan crear confusión entre lo que es constitutivo del matrimonio, como 'unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos' y lo que lo contradice». Además, solicita que estas bendiciones «no se conviertan en un acto litúrgico o semi-litúrgico, semejante a un sacramento» y por eso y prohíbe diseñar un rito o fórmula especial para esta bendición, o que se usen «las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio». Como no habrá una fórmula fija para esta bendición, se sugiere que el sacerdote pida para las parejas «la paz, la salud, un espíritu de paciencia, diálogo y ayuda mutuos, pero también la luz y la fuerza de Dios para poder cumplir plenamente su voluntad».
Cambio de ruta
El Papa Francisco adelantó esta posibilidad ya a principios de octubre, cuando hizo pública su respuesta a cinco 'dubia' presentados en julio por cinco cardenales, a quienes preocupaba que la bendición de estas parejas presente «los actos homosexuales como un bien, o al menos, como el posible bien que Dios pide a las personas en su camino hacia Él».
El Pontífice respondió entonces que cuando una pareja del mismo sexo solicita una bendición «está expresando un pedido de auxilio a Dios», y por lo tanto habrá que identificar caso por caso respuestas «que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio» y no cierren las puerta de la Iglesia. Visto en perspectiva, el origen de la decisión se remonta al documento programático del Papa Francisco, su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, de 2013, en la que denunció que «a menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores», cuando «la Iglesia no es una aduana, sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas». El cardenal Víctor Manuel 'Tucho' Fernández, autor de la declaración, recuerda que quien solicita una bendición «expresa y alimenta la apertura a la trascendencia, la piedad y la cercanía a Dios en mil circunstancias concretas de la vida, y esto no es poca cosa en el mundo en el que vivimos». Para la Iglesia se trata de «una semilla del Espíritu Santo que hay que cuidar, no obstaculizar».
El purpurado insiste en que la decisión del Papa «se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, pues no permite ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión». En su opinión, lo que han hecho es «ampliar lacomprensión clásica de las bendiciones», tradicionalmente ligadas a ceremonias religiosas. Al separarlas es más fácil «bendecir a parejas en situaciones irregulares y a las del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio».
La decisión del Papa de este lunes parece demasiado tímida a conferencias episcopales como la belga, que en 2022 ya publicó una liturgia para la bendición de parejas homosexuales. Por su parte, el presidente de los obispos alemanes, Georg Bätzing, representante de la conferencia episcopal que más ha presionado para que se aprobase esta medida, aplaudió la decisión del Papa, pues «desentierra el tesoro de las bendiciones para la diversidad de estilos de vida». Sin embargo, otros exponentes de la Iglesia católica en Alemania criticaron que haya prohibido que se dé la bendición durante ceremonias religiosas.