lunes, 24 de marzo de 2025

Desigualdad de las mujeres yendo hacia la pascua.

 La Iglesia Católica y la Exclusión Femenina: Un Obstáculo para la Pascua de Resurrección


La Iglesia Católica, con su rica historia y profunda influencia, se enfrenta a una crítica persistente: la exclusión de las mujeres de roles de liderazgo y decisiones clave. Esta práctica, arraigada en interpretaciones tradicionales de las escrituras y la doctrina, limita la participación femenina en la jerarquía eclesiástica, impidiendo su acceso al sacerdocio y otros puestos de autoridad. Esta exclusión, desde mi perspectiva, plantea serias interrogantes sobre la igualdad de derechos y oportunidades dentro de la institución.


La Pascua de Resurrección, el evento central del cristianismo, celebra la victoria de la vida sobre la muerte y la promesa de la redención para todos. Sin embargo, la exclusión de las mujeres, que representan más de la mitad de la feligresía global católica, crea una paradoja. ¿Cómo puede una institución que proclama un mensaje de inclusión y salvación universal, negar a las mujeres la plena participación en su vida y misión?


Esta limitación no solo afecta a las mujeres individualmente, sino que también empobrece a la Iglesia en su conjunto. Privar a la comunidad de las perspectivas, talentos y experiencias de las mujeres, obstaculiza su capacidad para comprender y responder a las necesidades de todos sus miembros. La luz de la Pascua, que debería iluminar a todos por igual, se ve atenuada por esta barrera de género.


En conclusión, la exclusión de las mujeres en la Iglesia Católica, al negarles la igualdad de derechos y oportunidades, representa un desafío significativo. Esta práctica no solo contradice los principios de inclusión y justicia, sino que también limita la capacidad de la Iglesia para vivir plenamente el mensaje de la Pascua de Resurrección, un mensaje de esperanza y redención que debería resonar en todos, sin distinción de género.


sábado, 15 de marzo de 2025

Llamada a la luz


La Transfiguración: Domingo segundo de cuaresma.


Hoy celebramos un momento sublime en la vida de nuestro Señor: la Transfiguración. Este evento, donde Jesús sube al monte con Pedro, Santiago y Juan y se muestra en toda su gloria, es un recordatorio poderoso de quién es Él y de lo que nos llama a ser como sus seguidores.

En la cima del monte, Jesús se transfigura: su rostro brilla como el sol y sus vestiduras se vuelven resplandecientes. Este momento no es solo para los discípulos; es una revelación para cada uno de nosotros. Nos recuerda que, aunque vivimos en un mundo lleno de sombras y dificultades, estamos llamados a ser portadores de luz. La luz de Cristo no solo ilumina nuestras vidas, sino que también nos invita a compartir esa luz con los demás

Como servidores de Cristo, somos llamados a reflejar esa luz en nuestras acciones diarias. Preguntémonos: ¿cómo estamos viviendo nuestra fe en el mundo actual? ¿Estamos siendo luces brillantes en medio de la oscuridad? A menudo, nuestras vidas pueden parecer abrumadas por el estrés, la preocupación o incluso por la desesperanza. Sin embargo, al igual que los discípulos, también nosotros hemos tenido experiencias que nos han permitido vislumbrar la gloria de Dios en nuestras vidas.

En este relato, después de ver la gloria de Jesús, los discípulos caen al suelo llenos de miedo. Pero Jesús se acerca y les dice: “Levantaos y no temáis”. Estallamada a levantarse es fundamental. Nos recuerda que, aunque enfrentemos desafíos, siempre podemos encontrar consuelo en Su presencia. La oración es nuestro refugio; es donde encontramos fortaleza y dirección. En nuestra vida diaria como servidores, debemos cultivar momentos de silencio y conexión con Dios para que Su luz brille a través de nosotros.

Después de esta experiencia transformadora, Jesús les pide a sus discípulos que no hablen a nadie sobre lo que han visto hasta que Él resucite. Esto nos enseña sobre el poder del testimonio. No siempre necesitamos hablar; a veces nuestra forma más poderosa de compartir nuestra fe es simplemente vivirla. Nuestros actos de amor y servicio hablan más fuerte que mil palabras. En cada gesto amable hacia los demás, en cada acto desinteresado hacia quien lo necesita, estamos reflejando la luz de Cristo, hoy somos invitados a vivir nuestra fe con valentía y autenticidad. La Transfiguración nos recuerda que aunque enfrentemos dificultades y momentos oscuros, llevamos dentro de nosotros una luz divina que puede transformar no solo nuestras vidas sino también las vidas de aquellos que nos rodean.

Seamos servidores comprometidos con el amor y la compasión, llevando la luz de Cristo a cada rincón del mundo. Que al mirar hacia el monte donde Jesús fue transfigurado, recordemos siempre nuestra vocación: ser faros de esperanza y amor en un mundo que tanto lo necesita

martes, 11 de marzo de 2025

Igualdad

 Es impactante cómo la historia en contextos como la filosofía, cultura y religión ha tratado y aún en la iglesia, trata a la mujer.

Hay que educar a ambos géneros empezando desde una edad temprana en el respeto e igualdad para construir una sociedad donde la dignidad humana sea la prioridad.

Aceptar que somos diferentes es parte de nuestra humanidad, pero esto no puede afectar ni a nuestra dignidad, ni a nuestros derechos.

La igualdad debe ser un principio rector en todas las interacciones; no es solo un problema femenino; es un problema social que nos afecta a tod@s. Debemos comprometernos a ser agentes de cambio creando espacios donde todas las voces sean escuchadas.

Tenemos que actuar desde la esperanza, tanto para noso@s como para las futuras generaciones.

Hay que trabajar contra el miedo que se siente hacia la iglesia y comprendo que es un desafío importante, pero hay que plantar cara. No podemos seguir siempre con el temor al castigo. No somos niñ@s, somos varones y mujeres con derecho al respeto y a la libertad.

Desigualdad de las mujeres yendo hacia la pascua.

 La Iglesia Católica y la Exclusión Femenina: Un Obstáculo para la Pascua de Resurrección La Iglesia Católica, con su rica historia y profun...